Las acciones que se incluyen en la cadena de supervivencia son cuatro sencillos pasos. Empiezan por reconocer que lo que le está ocurriendo a la persona afectada es un paro cardiaco y realizar una llamada a emergencias alertando al 112 (061 en algunas Comunidades Autónomas); el segundo paso es empezar la reanimación cardiopulmonar con una frecuencia de 100 compresiones por minuto; el tercer paso consiste en efectuar una desfibrilación precoz, con un Desfibrilador Semiautomático (DESA) por parte de los testigos presenciales; y el último paso ya es un escalón profesional que prestan los servicios de urgencias y emergencias.
Se calcula que cada minuto que pasa disminuye un 10% las posibilidades de supervivencia para la persona que ha sufrido el paro. Por eso es vital actuar con rapidez.
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